No basta
con haberos despojado de mugre:
quiero vestiros para la fiesta.
Guardo para vosotras nuevos sueños,
una especie de juego equilibrista
que fije la atención y hasta el asombro.
Ahora ven,
mis manos, alquimistas de la luz
te liberarán de la intemperie,
y en su quehacer
en ese desbastar,
invocarán al brillo, atrapado
entre moléculas de oxígeno.
De la opacidad 
surgirá el resplandor.
Humilde hierro.




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