Desde el suelo
me habláis y yo os escucho.
Os coloco y observo,
a veces me conmuevo, entonces
os dibujo y os pienso.
Sois un rompecabezas
de formas inexactas,
de aristas que sólo coinciden
en un punto.
En mí está el reconocer
vuestro lugar en el espacio.
Ahora falta sellar las armonías;
os dispongo en la mesa,
siguiendo el protocolo
os pinzo a una de vosotras,
resguardo mi cabeza tras el casco,
a salvo están mis ojos
y tras los guantes, mis brazos y mis manos.
Ajusto el amperaje
y al acercar el electrodo,
una espiral de humo se desprende,
chispas danzantes surgen
de un fulgor naranja, en un punto,
los cuerpos se han fundido y al golpear,
la escoria se desprende mostrando
el hilo de cordón que os hace una.
Os alzo.
Os observo.
Sonrío.


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