​​​​​​​​​​​​​​​​​​​Todas las habitaciones son difusas,
espacios deconstruidos en
instantes que queriendo ser
se desvanecen en el tránsito.
Hay una luz en proceso de metamorfosis,
a veces hacia las sombras,
a veces hacia el resplandor.
Lo sé bien, he viajado
al ojo de un quirófano
al faro del fin del mundo
al adiós a los muertos,
al amor
al  olvido.
Cada viaje da nombre a su noche
y en todas acontece  una inesperada sinapsis
por donde se cuela la memoria.
Hay noches  que son el propio viaje,
ese que con frecuencia
suspendemos en el último instante.
Y reiteradamente nos decimos:
un día
un día.
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