Afilar es un arte. 
El arte requiere ser paciente,
despertar el filo del acero 
hasta rasgar el aire,
es tarea delicada. 
Sujetar con firmeza el formón 
mientras resbala por la lija, 
en ángulo adecuado 
sin que le falte el agua,
morder con suavidad,
darle la vuelta y con igual firmeza 
transformar su superficie en un espejo. 
A tener en cuenta: 
ángulo de treinta grados 
lijas de trescientos ochocientos y dos mil
pegadas y dispuestas sobre un cristal. 
Importante: 
deslizar el filo sobre una hoja de papel,
herirla en dos.
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