Os aúpo a la mesa,
os recorro con los ojos cerrados 
deslizando las yemas de mis dedos,
reconozco cada curva 
cada sorpresa discontinua
que yo afiancé, 
para que fuerais únicas.
Os recorro de nuevo
hasta quedar seguro 
de que toda aspereza 
se la llevó el último pulido, 
solo mis dedos pueden 
leer entre renglones un tachón,
descubrir, lo que mis ojos
no llegan a apreciar.
Ahora guardo distancia,
os observo sin prisa 
giro a vuestro alrededor,
pongo nombre a los recodos 
os hablo en voz alta 
os dedico algunos adjetivos. 
De ahora en adelante 
quien desee conoceros,
será de obligado cumplimiento el abrazaros,
descubriros a oscuras, y cuando os mire,
os sentirá más allá de las formas.

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