Lleva el río  la muerte en sus entrañas,
lo adivino en los saltos incapaces,
de los barbos queriendo ser rapaces
en sus piruetas en el aire extrañas.

La orilla va ocupándose con muertos
y todos observamos  inocentes,
que vengan hasta aquí quienes ausentes
desprecian la verdad, que queden tuertos.

Deberán ser juzgados los culpables
como si se tratara de asesinos.

No puede haber perdón, inconsolables,
los pájaros olvidan ya  sus trinos,
entre los picos enarbolan sables
amenazantes como los felinos.
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